Huérfanos y vacío de poder en el peronismo
La falta de liderazgos competitivos electoralmente dejó sin cobertura a un sinfín de referentes locales y amplifica el vacío de poder dentro del FDT
Por redacción
El renunciamiento de Cristina Kirchner a la candidatura, o por lo menos su oficialización, deja entrever la debilidad de una estructura política que parece haber perdido tanto su voluntad de gobernar como lo que le quedaba de cohesión.
Entre tanto, Massa trata de mantener a flote sus aspiraciones presidenciales, mientras hace equilibrismo en un ministerio de economía que parece comerse políticamente a todos sus residentes, una fila de candidatos sin demasiado peso compite para ocupar la cabeza de la boleta.
Así, el peronismo en general se muestra incapaz de otorgar sentimientos de certidumbre y mucho menos esperanza a una población desencantada con una clase política adjudicataria de las sucesivas malas gestiones.
El gran problema del kirchnerismo duro está en la cristalización de un problema histórico, la imposibilidad de generar liderazgos fuertes que sobrevivan separados de CFK, quien concentra tanto el capital como la legitimidad para influir en los armados nacionales.
Tal vez los más perjudicados por el anuncio de Cristina sean los referentes a nivel municipal, a quienes les resultaba vital la presencia de CFK, ya que acoplarse a su figura les daba un empuje para desafiar a los poderes locales. Inclusive, en caso de no poder imponerse, conseguían un caudal de votos y una presencia en el Concejo Deliberante que permitía condicionar la gobernabilidad de los jefes comunales.
En gran medida eran estos mismos personajes los que empujaban el operativo clamor que Cristina se encargó de dar por terminado el día de ayer, justo en medio del congreso del PJ, donde participaban Máximo Kirchner y Gildo Insfran, entre otros.
Independientemente de que la vicepresidente continúe ejerciendo peso en el cierre de listas en auxilio de sus aliados, su definición dejó huérfanos a una cantidad innumerable de candidatos a intendentes, concejales y legisladores, que no solo pierden el caudal electoral atado a ella, sino que se encuentran con menor margen para negociar puestos en las listas.
Independientemente de que él o los candidatos del FDT puedan eventualmente fidelizar el voto duro kirchnerista, dependerá en gran medida de cómo se comporte la expresidenta. Si lo hace como en 2019 señalará a un candidato específico quien organizará las disputas del espacio.
La otra opción es repetir el modelo del 2015, cuando se desligó de una probable derrota y evitó ungir sucesores. En este escenario, el oficialismo profundizaría sus peleas intestinas con final incierto.