Opinión|12 de septiembre de 2023

La adhesión a los BRICS y la siempre pendular política exterior argentina

Hace algunas semanas, Alberto Fernández anunció que Argentina se incorporará a los BRICS en enero de 2024. ¿Qué continuidad puede tener la polémica incorporación bajo un nuevo gobierno?

Rara vez se presenta una continuidad en las políticas argentinas en general, en particular cuando el gobierno cambia de signo político. La política exterior no es la excepción, siendo incluso el área en la que el Poder Ejecutivo más libertades suele tomarse, adoptando el curso de acción según su conveniencia. Si bien es cierto que en las políticas públicas siempre se reflejará un dejo de ideología, la constante ruptura en el hilo conector de las decisiones gubernamentales termina por no permitir la concreción de ninguna. Los efectos de estas decisiones repercuten no sólo en cuestiones económicas y diplomáticas, sino también en la imagen que el mundo tiene de nuestro país.

La adhesión a los BRICS no es la excepción a ninguna de estas cuestiones. Si bien desde mediados del 2022 se venía produciendo un coqueteo por parte de China para que Argentina ingrese al bloque económico conformado además por Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.

 

¿Qué implica la incorporación de Argentina al bloque? Es relevante recordar que una de las cualidades principales del BRICS es presentarse como alternativa a la hegemonía que países occidentales, principalmente Estados Unidos y la Unión Europea, tienen sobre el mercado internacional. Entre las propiedades de los países que integran los BRICS se encuentran una gran extensión territorial, una población elevada, y riqueza en recursos naturales. Al mismo tiempo que nuestro país, se incorporarán Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, países que también cumplen, en su mayoría, con las características mencionadas. Sin embargo, también tienen como denominador en común el subdesarrollo económico y la dificultad en la incorporación en el mercado global, de lo cual también pecamos.

 

En varias ocasiones se han discutido tendencias ideológicas del bloque, como la antidemocracia, pero la realidad es que del bloque participan Estados con formas de gobierno de lo más diversas, que incluso pueden no coincidir en otros espacios internacionales más allá del BRICS: por ejemplo, Brasil vota en contra de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero continúa comerciando y relacionándose con ella gracias al bloque. Aunque participar de un bloque comercial con países como China puede suponer un cierto riesgo geopolítico y soberano, éste no es mayor que aquel que mantenemos cada vez que comerciamos o aceptamos préstamos del país asiático.

 

La realidad es que, en los BRICS, Argentina tendrá la posibilidad de fortalecer sus lazos comerciales con países con los que, durante los últimos cuatro años, mantuvo buenas relaciones tanto comerciales como políticas y estratégicas, como Brasil y China. Sin embargo, el éxito de su incorporación al bloque dependerá de la continuidad que el próximo gobierno desee darle a la política exterior establecida actualmente. No sólo influirán, como siempre, los intereses propios de la bandera política que asumirá a fines de este año y la política económica doméstica que decida adoptar, sino también de algunos factores externos como el progreso económico de los demás países del bloque, el status de la guerra ruso-ucraniana, e incluso la presión del Fondo Monetario Internacional (que probablemente no mire con buenos ojos la incorporación, aunque Estados Unidos asegura que no ve al BRICS como una amenaza a su hegemonía económica).