La violencia como modelo autorizado desde arriba
La transformación cultural y social no depende solo de una figura política. Necesitamos ciudadanos éticamente activos, dispuestos a trabajar por una Argentina mejor. Depende de vos.
En las calles, en el trabajo, en la casa, en el colegio, en el boliche o en el club; la sociedad argentina no deja de replicar formas de intercambio basadas en relaciones asimétricas donde el idioma universal, es la violencia.
El efecto directo de llevar décadas colocando a la escoria de la sociedad en lo más alto (autoridades de gobierno, funcionarios de estado en los tres poderes y medios masivos de comunicación) ha consolidado una dinámica de relación que solamente puede sostenerse basándose en la mentira, la manipulación, la corrupción y el engaño.
Los casos de bullying en aumento entre niños y adolescentes, las bajas laborales por mobbing, tanto del sector público como privado, -aunque especialmente dentro de la administración estatal-, ilustran a las claras el triunfo del acoso del “todos contra uno” como práctica habitual en todo ámbito. A ello hay que sumar, el “abuso de poder” como respuesta prevalente frente a -valga la redundancia- la falta de respuesta desde funciones jerárquicas hacia dependientes o subordinados, ya sea por falta de capacidad o lisa y llana ignorancia.
Interrumpir este camino para abrirnos paso a una construcción social distinta, requiere de un cambio de rumbo radical.
La promoción permanente de una cultura de desiguales basada en todo tipo de privilegios donde para sobrevivir, TODO VALE, es el principal enemigo a combatir para dar a luz una sociedad más justa y sana.
Habiendo comprendido que la pobreza, la marginalidad y la exclusión, se derriban poniendo en alto la igualdad ante la ley, y no en el ánimo destituyente de quitar al hombre su dignidad sometiéndolo a las ayudas esclavistas del Estado, el país, la Ciudad y la Provincia, han dado un paso al frente ya, en la dirección correcta.
Tener representantes de los valores que hicieron grande a la Argentina en las distintas legislaturas locales, provinciales y nacionales, defendiendo con ahínco las ideas de la libertad y los frutos de una realidad centrada en el individuo y su proyecto de vida, (propiedad, talento, trabajo, familia), es señal necesaria aunque no suficiente, para revertir el destino miserable que nos espera a la vuelta de la esquina.
Representantes llenos de coraje y valor; íntegros; intachables, requieren de representados conscientes y poseedores de las mismas virtudes y en igual magnitud. No alcanza solo con un Milei presidente 2023.
Necesitamos ciudadanos éticamente activos, protagonizando cada uno en el lugar que le toca, la transformación que se requiere hacer para ser quienes estamos llamados a ser: mujeres y hombres libres, autónomos, prósperos y felices. Ello no depende de Milei, ni de ningún otro “héroe”; tampoco de sus seguidores. Depende pura y exclusivamente: de vos.