Hartazgo y supervivencia en el Frente de Todos

La batahola interna de la coalición oficialista expone inconformismos y necesidades de ambos lados. Máximo Kirchner movió fichas, pero Alberto Fernández también.

Por

Julián Alvez

Política Hoy

El oficialismo en la Cámara de Diputados pasa por un momento de alta incertidumbre. Si la convivencia en el recinto se hacía dificultosa producto de las divergencias entre sus integrantes, el rechazo del Presupuesto 2022 funcionó como el preludio perfecto para que la renuncia del jefe de la bancada del Frente de Todos, Máximo Kirchner, se consolidase.

 

 

El hartazgo

Las aristas de las cuáles agarrarse para comenzar un análisis son varios. La realidad es que el diputado fundador de La Campora dio sus razones: la principal, el inconformismo por la ejecución y los resultados del principio de acuerdo pacto entre el Gobierno y el FMI.

 

Asimismo, la decisión tiene puesta una mirada hacia futuro:

 

"Es mejor dar un paso al costado para que, de esa manera, él pueda elegir a alguien que crea en este programa del Fondo Monetario Internacional, no sólo en lo inmediato sino también mirando más allá del 10 de diciembre del 2023", dijo Máximo Kirchner en su comunicado de renuncia.

 

Los plazos elegidos son dos: el 1 de marzo arrancará uno cuando el Presidente deba presentarse en el Congreso para la apertura de las sesiones ordinarias. El otro será a partir del 10 de diciembre del 2023, cuando el ganador de las elecciones del año próximo se calce la banda presidencial. Sobre esta última cabe la posibilidad de una disgregación de la coalición oficialista.

 

En la mirada mayoritaria del sector kirchnerista, el Frente de Todos sería de carácter residual y una mera unión de voluntades en contraposición de otra mera unión de voluntades: Juntos por el Cambio. La institucionalización de ninguno de los dos espacios está fortificada, pero la debacle en la opinión pública acerca de la gestión oficialista hace mella en los incentivos para aunar diferencias.

 

El alejamiento de Máximo Kirchner no tiene una gran importancia en términos legislativos. Son varios los hombres en el Frente de Todos que se encargan de dialogar con propios y ajenos, que tienen la misma o más experiencia en el recinto.

 

Es la carga simbólica que implica el alejamiento de uno de los hombres más representativos de la coalición en relación al proyecto más importante que se aprobará en los cuatro años de la gestión Fernández.

 

Los objetivos el ámbito fiscal y monetario suponen el acuerdo con el FMI implica una lógica de gobernanza que no es congruente para algunos actores del oficialismo como el Frente Patria Grande, que tiene varios diputados en el Congreso, el movimiento Barrios de Pie y hasta los economistas Claudio Lozano y Fernanda Vallejos. Exponentes de mayor peso no se expresaron públicamente, pero han dejado entrever que piensan de igual manera.

 

 

La supervivencia

La elección de Germán Martínez como nuevo jefe de bloque oficialista supone una lógica que se presagia necesaria para la convivencia futura en el Frente de Todos: una mirada de moderación que se complemente con el único elemento común que une a cada uno de sus espacios: la diferenciación con Macri. 

 

“Dentro del Frente de Todos podemos tener matices sobre el acuerdo de ayer con el FMI. Pero coincidimos 100% respecto al desastre del endeudamiento macrista y el horrible cronograma que firmaron. Las diferencias son con los que crearon el problema y no entre los que buscamos solucionarlo”,  dijo días atrás.

 

El legislador oriundo de Rosario se muestra albertista, cristinista y peronista en partes iguales. Su trabajo, según declaró, "será decodificar las diferentes miradas y aportar elementos para sacar las dudas". A pesar de lamentar la partida del hijo de Cristina Kirchner, marcó que continuará "su camino".

 

Una manera protocolar de expresarse. En contraposición a Máximo, esta senda será por la aprobación del memorándum de entendimiento y toda la agenda parlamentaria del 2022 que se derive de ella. Por mera necesidad, Alberto Fernández precisa darle una impresión propia a su gestión, que ya no estará signada por la pandemia sino por la vigilancia de las variables económicas y financieras que indiquen el cumplimiento de las metas con el organismo.

 

La templanza de Martínez es la posición que contrasta con la actitud de Máximo. Es el último elemento de supervivencia para un Presidente que necesita la cohesión interna para poder llevar a cabo los últimos meses de gestión dura antes del período pre-electoral. Los poderes de convencimiento del nuevo jefe de bloque serán importantes para llevarlo a cabo.

 

 

JA