“Privatizar” la educación pública con el sistema de vouchers
La propuesta del diputado Javier Milei para mejorar la calidad de formación de los estudiantes argentinos y así evitar la ineficiencia educativa.
La idea del Sistema de Vouchers en la educación volvió a la agenda pública gracias a las ideas anárquicas del diputado nacional Javier Milei (La Libertad Avanza) de eliminar o achicar al Estado.
En un principio, fue conceptualizado por el economista estadounidense Milton Friedman en su ensayo “El papel del gobierno en la educación” (1955). El objetivo de la propuesta fue mejorar la calidad de las escuelas y hacer más eficiente el gasto público destinado a la educación. Funciona en otras palabras como un “cheque escolar” o un “bono canjeable” y está destinado principalmente a personas en situación de extrema vulnerabilidad.
En la propuesta establece que cada estudiante(niño o adulto) recibirá un voucher desde el gobierno con el que podrá usarse en cualquier escuela, ya sea pública o privada.
Competencia educativa
Políticamente estos vouchers son atractivos porque prometen mejorar la elección del consumidor, y económicamente ofrecen mayor calidad educativa. Esto se da gracias a la competencia entre escuelas privadas y públicas que intentarán ofrecer el mejor servicio posible, como una empresa lo hace cotidianamente.
Los vouchers estarán financiados con los impuestos y la competencia entre las escuelas y universidades será independientemente si fueran públicas o privadas. Esto se debe a que el financiamiento de cada institución no dependerá del Estado sino de los “clientes” que entregarán sus vouchers. La competencia se hace presente en el sentido de que cada instituto educativo deberá ofrecer el mejor servicio posible para obtener la mayor cantidad de financiamiento.
En otras palabras, este formato consiste en subsidiar la demanda de los estudiantes, en lugar de la oferta. Es decir, financiar la educación dependiendo de la cantidad de postulantes que quieran acceder a ella. Esto no quiere decir que los pobres y los sectores más vulnerables tendrán que pagar su educación, sino que deberán solicitar al estado dicho voucher para entregarlo al instituto que decida escoger. Una de las desventajas es que es un procedimiento más burocrático, pero efectivo.
La educación no es gratis
En Argentina la educación pública no es “gratis” como determinó en 1949 el ex presidente Juan Domingo Perón, sino que está financiada por los contribuyentes. Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “gratis” refiere a algo que no tiene costo. Por lo tanto, la educación pública en Argentina no es gratis, sino que vendría a ser “no arancelada”.
En Argentina se valora a grandes rasgos esta educación pública no arancelada porque, de lo contrario, los sectores más vulnerables no podrían tener acceso. Sin embargo, con el sistema de vouchers se mantendría eso, y, además, la educación sería de mejor calidad gracias a la competencia.
Actualmente, en los centros educativos públicos no hay competencia. Todas las escuelas o universidades reciben el mismo financiamiento todos los meses. La falta de competencia genera improductividad de modo que no se exige una mayor predisposición del docente, debido a que, si enseña bien o mal, el maestro cobrará el mismo sueldo a fin de mes.
Por el contrario, en la competitividad el docente siempre va a querer dar lo mejor de sí mismo en cada clase para poder obtener más alumnos y ,de este modo, aumentar su sueldo. El mérito del docente es necesario para que la institución educativa sea rentable, atractiva y de mejor calidad.
Con la implementación del sistema de vouchers las instituciones educativas se “privatizarían” o, por lo menos, se desvincularían del Estado en gran parte. Esto quiere decir que la relación con el Estado será imparcial, neutral y lejana, si los institutos quieren captar el mayor alumnado posible.
Este formato es implementado en Corea del Sur, Finlandia, Suecia, en algunos estados de EEUU y hasta en algunas regiones de Chile. Uno de los países más llamativos por la eficacia en la implementación de este formato educativo es Sudáfrica. Todas sus escuelas y universidades utilizan vouchers. En este ejemplo me di cuenta que el sistema de vouchers no tiene que ver con los niveles de pobreza o desocupación de un país. Sudáfrica aplica el sistema y está en una situación social mucho más dramática que Argentina.
Ineficiencia de la educación pública no arancelada
Uno de los grandes problemas que tiene la Argentina es la incapacidad de financiar el gasto público, que en gran parte está destinado ineficazmente a la educación. Además, las instituciones educativas están fuertemente vinculadas al Estado, lo cual muchas veces están politizadas y los docentes adoctrinan a sus alumnos. Por ejemplo en la Universidad de Buenos Aires(UBA), muchas clases son interrumpidas para hacer campaña desde los centros estudiantiles que representan partidos políticos como el Frente de Todos(FTD) y el Frente de Izquierda(FIT).
Además, la infructuosa educación en Argentina ni siquiera es consumida por todos los contribuyentes que pagan sus impuestos, sino que encima ciudadanos extranjeros acceden a ella de forma no arancelada.
Todas las universidades públicas de la Argentina tienen un financiamiento mal distribuido y eso es lo que la hace poco rentable. Ni siquiera los docentes cobran bien.
El Centro de Estudios de Educación Argentina (CEEA) de la Universidad de Belgrano detalló en un informe, publicado en 2014, que un egresado de las universidades nacionales tiene un valor promedio de USD 64.633. En contraste, un graduado de la prestigiosa Universidad de Yale cuesta cerca de 55 mil dólares, según la matrícula del sitio oficial. Es decir, un recibido argentino en las universidades públicas muchas veces cuesta más y encima recibe una peor educación que en una institución privada, como es Yale.
Esto se debe a la falta de rentabilidad que tienen instituciones como la UBA. Un gran ejemplo es el de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales donde muchas veces hay clases en la que encontrás a más profesores que alumnos.
Otro ejemplo de la ineficiencia se puede ver en el informe de la CEEA que dice que el 44% de los alumnos de universidades públicas en 2014 aprobaron una sola materia en un año. Hay mucho personal y gasto innecesario para la cantidad de estudiantes que asisten a clases. Hay una incapacidad de distribución que la terminan pagando los contribuyentes, es decir, los trabajadores.
También cabe destacar los bajos niveles de lectura, matemática y ciencias en las escuelas primarias y secundarias de Argentina, según el informe de las pruebas educativas PISA en 2018.
Implementando el sistema de vouchers bajarían los impuestos, porque irían a clases los estudiantes que verdaderamente se comprometen a ir, y no los que se anotan banalmente. Además, habría mayor calidad educativa, porque las instituciones deberán competir en pos de ofrecer el mejor servicio
Para mejorar la educación en Argentina no es necesario aplicar políticas como el Servicio Cívico Obligatorio, como propone la diputada Amalia Granata. El sistema de voucher busca optimizar los gastos de los fondos públicos de manera tal que mejore el estándar educativo.